It's a new Beginning {Bonni&Damon}

La castaña dio vueltas en la cama al sentir los rayos del sol golpear contra su cara. Su mente le decía una y otra vez excusas para quedarse en cama, pero la razón gano y sentándose en la cama paso los dedos entre su desordenado cabello. Sus dedos fueron lentos y delicados al desenredarlo, no tenía ningún apuro, sus manos dejaron de acariciar su cabello y se dirigieron directamente a su rostro, en donde lo escondió de la luz que traspasaba la ventana, burlándose de ella. ¿Qué cosas tendría que soportar ese día? ¿Cuántas veces tendría que decir que estaba bien, no lo estaba? ¿Por cuánto tiempo tendría que estar de pie, cuando quería era salir corriendo?

La muerte de sus padres no había sido nada fácil. Tantas cosas habían cambiado desde entonces, y que más quería la chica que fuera para bien. Pero no era así. Todo lo que había pasado iba de mal en peor y pensar en eso la hacía volver a la depresión. Deslizando las piernas por el borde de la cama e impulsándose con las manos se levantó no muy decidida de lo que hacía. Se encamino hasta la puerta del baño que compartía con su hermano menor y toco dos veces por costumbre. Al no recibir entro en este deteniéndose solo a unos pasos del espejo que estaba sobre el lavado. Mirar su imagen tampoco la ayudo mucho. Las ojeras caían como pequeñas bolsas bajo de sus ojos opacando su mirada.

Se quitó la parte superior de su pijama, con intensión de darse un baño que durara horas, pero el sonido de su móvil en el cuarto contiguo la hizo regresar sobre sus pasos para buscar en donde lo había dejado. Más tarde regresaría con paso apurado al baño, luego de leer el mensaje de su amiga Bonnie quien esperaba que la pasara buscando. Dejo que el agua corriera por su cuerpo, como si esta pudiera arrastrar consigo todos sus problemas. Cerró el grifo con rabia contenida y envolviéndose en un largo y esponjoso paño salió de la ducha. La puerta hacia el cuarto de la castaña no estaba muy lejos, pero su vista se había topado con algo. Allí sobre la encimera del lavado, estaban las pastillas antidepresivas que le había recetado. Sintió sus manos arder por tomar aquel peño frasco y tomar una de ellas, pero apretando los puños contra la toalla y mordiendo su labio inferior, fue hasta su habitación para cambiarse.

Entre el apuro por recoger todas sus cosas y terminar de arreglarse olvido por completo todos aquellos pensamientos que acribillaban su mente al despertar o al intentar dormir. Antes de salir paso nuevamente por el baño buscando su pequeño bolso de maquillaje y su mirada se reencontró con aquel frasco. Dudando aun en tomarlas o no, tomo el frasco y lo lanzo dentro de su bolso. Bajo las escaleras rápidamente y no se detuvo a saludar a su tía quien cerraba la puerta del refrigerados, ni a su hermano quien comía desanimadamente un plato de cereales, el único indicio que ellos podían tener de que Elena había salido de casa fue el fuerte sonido que hizo la puerta al cerrarse. Del otro lado de esta, apoyada contra esta la chica acomodo su cabello y luego se encamino hacia su carro buscando en su bolso las llaves de este.

Una vez con las llaves en la mano, desactivo la alarma abrió la puerta del conductor, pero en ese momento se percató de algo que no había tomado muy enserio. Se sentía observada. Miro a su alrededor apretando su bolso contra sí, y se preocupó ante el hecho de que no había nada más por las calles. Busco entre las casas, puertas y ventanas, pero no había nadie. Pensando que estaba paranoica lanzo el bolso dentro del carro y lanzo una mirada al cielo, y allí fue cuando vio al cuervo negro parado sobre la rama de un árbol. Era extraño ver un cuervo por esos lados, pero más extraño aún era la inmensa quietud de este. Ambos, chica y cuervo, se observaron detenidamente, ella cuestionando la presencia del animal y este por razones que desconocía la castaña. Levantando sus brazos murmuro un “Shu”, pero el cuervo no mostraba ningún movimiento. Asustada sin ninguna razón se montó en su carro y cerró la puerta rápidamente sin dejar de mirar al animal.

Salió del estacionamiento de su casa, con la imagen del cuervo en su cabeza y no desapareció hasta que estuvo al frente de la casa de su amiga. Toco dos veces la bocina del automóvil, y espero que su amiga saliera. Ahora las cosas se complicaban, estaba deprimida, paranoica y además creía que un cuervo la vigilaba, era el colmo y lo sabía. Levanto la mirada que había estado manteniendo fija sobre el volante y miro por el retrovisor el bolso en donde se encontraban sus pastillas. En un acto impulsivo se dio la vuelta tomando su bolso y sacando de este el contenedor de su indecisión y abriendo la ventana lo lanzo lo más lejos que pudo. Aquello era lo mejor. Toco de nuevo la bocina esperando que ansiosamente que Bonnie saliera.